Estamos asistiendo en la actualidad a la llegada del metaverso, una nueva dimensión digital, con infinitas posibilidades de desarrollo y un impredecible impacto en nuestra futura vida. Y, con la explosión de este nuevo mundo, llegan también los desafíos jurídicos: ¿podrán los avatares delinquir en la realidad virtual de la misma forma que lo hacen las personas en el mundo real?, ¿les son exigibles las normas de conducta y el respeto a los valores jurídicos que rigen nuestra sociedad?, ¿puede trasladarse la identidad de un ser humano al avatar que lo representa y con ella su integridad, dignidad y emociones? En este artículo se adelantan respuestas en relación con la posibilidad de aplicar la regulación de los delitos patrimoniales a este nuevo ámbito.